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Los algoritmos son parte de nuestra vida cotidiana. No solo pueden clasificar, encontrar y procesar grandes cantidades de datos, también pueden dar a las computadoras la habilidad de aprender de esos datos.
Así pueden hacer predicciones y tomar decisiones, como por ejemplo, cuál será el siguiente video que te va a sugerir.
Pero, ¿Qué son exactamente y cómo lo hacen?
El termino viene del nombre del sabio persa que introdujo los números árabes en occidente. A partir del siglo XIX paso a ser una secuencia de instrucciones para resolver un problema.
Alguien tiene que programarlo, decirle qué pasos seguir. Hoy se escriben en código, secuencia de órdenes para llegar a un resultado concreto está escrita en lenguaje de programación.
Los servicios que usamos en internet, clasifican todo el tiempo. Por ejemplo, cuando pedís buscar un determinado producto. Los algoritmos no solo pueden clasificar, encontrar y procesar grandes trozos de datos, también pueden dar a las computadoras información para que estas puedan aprender de esos datos para hacer predicciones y tomar decisiones (aprendizaje automático).
Por ejemplo, aprender qué video de You Tube te va a mantener más entretenido. ¿Cómo? ¡fácil! Cada vez que elegís le das información para que, a partir de una gran cantidad de escenarios posibles, intenta predecir qué video querrás ver, una vez realizada, necesita de tu acción para saber si era correcta su predicción, si es así… aprende.
Se aplica en redes sociales, recomendaciones de videos, reconocimiento facial, compras por internet, sistemas antifraude de bancos y más. Es una parte esencial de la inteligencia artificial.
Todo esto puede tener un lado problemático. El hecho de que se alimenten de nuestros datos y que sólo nos muestren lo que creen nos interesa, no nos exponen a otros gustos, otras formas distintas a la nuestra. Refuerzan las ideas que tenemos por tanto contribuyen a mantener prejuicios por ejemplo.