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Marketing político y emociones

Las elecciones entre alternativas que hacemos en nuestra vida están llenas de emociones. El marketing político no es ajeno a esta realidad y; con sus técnicas, trabaja para entrenar a los candidatos para conectar con sus públicos mediante ellas.

Al contrario de lo que se pensaba hace algunas décadas, la neurociencia establece que la toma de decisiones no es un simple proceso racional, deliberado y consciente. Son los aspectos emocionales los que tienen un papel determinante. Las emociones guían la conducta como impulsos que nos invitan a actuar y, una vez que se ha tomado una decisión, la razón actúa para justificar y explicar esa elección desde el punto de vista lógico y analítico.

No sirve cualquier emoción, solo aquella que moviliza a su base electoral y que es capaz de atraer a quienes pueden elegir entre otras alternativas dentro del mismo espectro ideológico, pero que tienen dudas.

Los potenciales votantes reaccionan neurológicamente ante los estímulos de carácter político asociados a las emociones. Estas son determinantes en la forma en la que registramos la información y nos predisponen de una forma favorable o negativa hacia un estímulo.

No solo aparecen las emociones en el escenario si no que la actividad cerebral hace lo suyo. Entre las muchas reacciones que se generan, aparece por ejemplo la acción de las neuronas espejo. Un conjunto de células que parece ser el sustrato neurológico de la empatía. Los votantes experimentan en el plano subconsciente las emociones, los sentimientos y las acciones de los candidatos que están observando.